17 mesas de trabajo y más de 130 expertos participaron en este proyecto de Fedesarrollo para discutir los temas más espinosos de Colombia. Este sitio web presenta los resultados del ejercicio, los diagnósticos y las propuestas que surgieron.
Durante las últimas décadas, el desempeño de la agricultura colombiana se ha caracterizado por un crecimiento bajo, que no está acorde con los potenciales productivos del país en disponibilidad de tierras para el desarrollo agropecuario y forestal. Basta señalar que solo se utiliza el 25 % de las tierras con potencial agrícola (que suman 22 millones de hectáreas). Además, la agricultura colombiana ha crecido por debajo tanto del crecimiento promedio mundial como del de las principales agriculturas latinoamericanas.
En muchos productos agropecuarios Colombia exhibe, comparado con los países líderes a nivel mundial, bajos niveles de productividad (toneladas por hectárea). Para el caso del grupo de los importables (como el arroz, el maíz y la leche) las ganancias en la productividad no constituyen la principal fuente de crecimiento de su producción, dadas las bajas tasas de crecimiento de los rendimientos. En este grupo de productos, con muy contadas excepciones, el país ha venido perdiendo participación en la producción mundial, un indicador muy grueso de la pérdida o falta de competitividad.
Aunque las exportaciones agropecuarias y agroindustriales de Colombia han crecido a través del tiempo, su desempeño está muy por debajo del que presentan los principales países agroexportadores de la región. Además, estas exportaciones están altamente concentradas en unos pocos productos tradicionales (café, flores, banano y azúcar). Ello a pesar de que los mercados internacionales representan oportunidades crecientes y diversas para las actividades agropecuarias, agroindustriales, forestales, pesqueras y de conservación de recursos naturales. A pesar de su potencial y sus probados efectos sobre el desarrollo económico y social de los territorios rurales, las agroexportaciones no constituyen un gran impulsor del crecimiento sectorial como sí ocurre en el caso de nuestros pares regionales.
Por su parte, las importaciones agropecuarias y agroindustriales del país han venido creciendo a un ritmo mayor que el de las exportaciones. En parte, ello se ha debido, más recientemente, a la progresiva entrada preferencial de importaciones a través de los tratados de libre comercio (TLC), especialmente de EE. UU. y la Unión Europea, y al poco aprovechamiento que el país ha hecho de estos tratados comerciales. Esto ha afectado negativamente el nivel del superávit de la balanza comercial agropecuaria y agroindustrial.
Autor: Juan José Perfetti | Fedesarrollo
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